Este es un problema muy arraigado en la sociedad, hoy en día, por la calle mismamente, verás niños, furiosos y poseídos, pidiendo entre gritos, lloros y berridos algo a sus padres, abuelos, etc. Y ellos desperados porque no pueden dominar al niño ni hacerlo entrar en razón.
Pues bien, si te preguntas cómo educar niños caprichosos y como se origina este problema infantil, y a veces no tan infantil, porque si no lo tratas a tiempo, y pones orden, puedes llegar a encontrarte con un adolescente en casa, (tipo de los que salían en el programa hermano mayor).
Toda la culpa suele ser principalmente originada en el núcleo familiar, principalmente los padres y abuelos, personas cercanas al niño y presentes en su día a día, que probablemente sin saber que le hacen mal al niño, van concediéndole regalos, caprichos, o por el bienestar de su hijo, y pensando que le favorecen, cuando la cruda realidad es que no.
A los niños hay que ponerles límites.
Muchos niños en su etapa infantil exigen las cosas, pero muchas veces es porque no saben hacerlo de otra manera. Cuando les paremos los pies por primera vez, lo exijan con más fuerza y rabietas, porque no entenderán el porqué ya no cedemos a sus órdenes.
Todos los niños pasan por una época de egocentrismo, donde sienten que ellos son el ombligo del mundo, por lo que el hecho de tener caprichos y llantinas será normal. Lo que hay que tener claro, es saber decirles que no, para que esta conducta no se alargue en el tiempo, ni creemos un niño infeliz, que al final es como se sienten estos niños caprichosos, porque no pueden tener todo lo que quieren y esto, por desgracia, cada vez va a más y más.
Aquí es donde juega un papel fundamental el comportamiento de los padres.
En este sentido, que los niños pasen por la etapa egocéntrica es normal, pero en ocasiones, el propio comportamiento de los padres hace que los niños empeoren su comportamiento caprichoso.
Muchos padres sientan tal frustración e impotencia al ver al niño fuera de sí, que acaban cediendo a los deseos de este, incluso por miedo a sus reacciones excesivas que van acompañadas muchas veces de agresividad.
Un niño caprichoso es un niño que quiere y exige las cosas porque siempre consigue salirse con la suya. Si un niño después de un episodio de estos consigue lo que quiere, está claro que los padres no están ejerciendo su autoridad.
Los niños caprichosos serán niños egoístas, celosos y sobre todo envidiosos.
Pero ser caprichoso solo trae consecuencias nefastas para cuando empiece a crecer y a madurar, y se dará cuenta de que la vida es difícil, y que no se puede tener todo lo que uno quiera.
Esto le llevará a la frustración e incluso a estados de ansiedad, porque ya no puede tener todo como cuando era pequeño, además que sus caprichos a medida que crece se harán mayores, ya no será un juguete o una bici, pasara a un coche o una moto... Por esto resulta tan importante educar a los niños para que no se vuelvan caprichosos.
Existen ciertos rasgos y características para detectar a un niño caprichoso, cada niño es un mundo, pero por regla general todos coinciden en lo mismo.
No es lo mismo un capricho que una necesidad, esto es fundamental inculcárselo al niño desde muy pequeño. Que aprenda a diferenciar, que no es lo mismo, querer algo, porque lo tienen los demás niños del cole, o un juguete que vio, y se le apeteció, a algo que es necesario, como ropa para vestirse, tener un techo bajo el que dormir, comida para alimentarse y crecer, los libros para estudiar…
Pero los que más claro tienen que tener esa diferencia son los padres, y así evitar ceder ante caprichos que no le hacen ninguna falta al niño.
El niño tiene que tener claro que si quiere algo, lo conseguirá a través del esfuerzo. Por ejemplo, esas zapatillas de marca que tanto le gustan, pues bien, no se trata de no comprárselas, sino de condicionar el capricho, es decir, tendrás esas zapatillas, como recompensas si apruebas todo al final de curso.
No se trata tampoco de premiarlos por cada cosa que hagan, sino solo cuando veamos que pueden flaquear o costarles más, esto les motivara y les ayudará a conseguir su gran deseado premio.
Se trata de crear un equilibrio sano, no negárselo todo, ni permitirle todo tampoco. Saber decirle si con condiciones y no con límites. Si le das todo, te estás apartando, como figura autoritaria, ya que no te verá con respeto, y creerá que solo él tiene derechos y que estás para concedérselos sin rechistar.
Siempre debes recordar que se predica con el ejemplo, por eso nunca debes sacrificar la constancia. Los niños necesitan qué les pongan reglas, límites y rutinas y sobre todo inculcarle unos buenos valores, por él y para su futuro.
Si hoy le prohíbes una cosa que mañana le permites, solo le estarás confundiendo, y animándole, a que solo, tiene que presionarte en el momento oportuno para conseguirlo.
1. Poner normas y límites desde que son pequeños para que sepan qué deben y qué no deben hacer. Esto es algo que tienes que tener muy claro, desde bien pequeños, para que lo entiendan cuanto antes y lo interiorice todo sin problemas.
2. Buscar alternativas al capricho. Esto sirve sobre todo cuando los niños son pequeños y consiste en buscar alternativas que le distraigan de lo que haya pedido, para que se entretenga con otra cosa, y se olvide. Por ejemplo, un rato en el parque con los amigos.
3. Los padres deberán estar de acuerdo. No vale que la mama le diga que no a algo, y acto seguido venga papa y se lo conceda. Si uno de los dos cede ante lo que pida el niño, él siempre jugara con esa baza, de sí no es uno, me lo va a dar el otro.